– Mala higiene bucal (principal causa)
– No asistir periódicamente a los controles con el dentista
– Factores genéticos
– Tabaco (factor agravante)
– Enfermedades sistémicas no controladas (diabetes, por ejemplo)
– Medicamentos que puedan reducir el flujo salival
– Factores hormonales (embarazo, por ejemplo)